Me da gracia que el tiempo que llevamos juntos ya se refleja en tu técnica del beso. Pero en el que es más caricia que provocación. Como un pecesito besando el vidrio de la pecera, solo que ahora yo soy el reflejo y vos, mi dador.
Mi caricia lo puede hacer olvidar que está aquí, que es un ser mortal.
Lo convierto sublime.
Lo hago flotar.
Lo aislo de la vida.
Mis manos lo transportan un poco más arriba de la tierra.
Sus caricias curan mi piel.
Me devuelven el brillo natural y suaviza mi tacto.
Su calor estabiliza mi energía.
Sacia mi deseo engrietador de afecto.
Sé que lo tengo prohibido. Pero no frené mis impulsos y le pedí a un cuerpo que no me pertenece ni su mirada. En sus brazos recibí la caricia más dulce que he sentido; la piel más suave que ha recorrido mi cuerpo. No es algo nuevo para mí pero ha pasado tanto tiempo desde la última vez, que parece una primicia.
Es extraño que quiera amarlo, porque debería querer poseerlo. Me asombra que me tome el tiempo de escucharlo y que rara vez me empeñe en analizar sus procesos mentales a mi favor. Le creo lo que me dice, y sé cuando se calla las cosas.
Aún no conozco lo que esconde dentro de sí. Inseguros estamos de lo que sentimos, pero es parte de las reglas no jugar el juego con libertad. Las amarras de muchos años pesan más de lo que un cuchillo filoso puede ofrecer.
Las pruebas evidencian que algo está fallando, y que la crisis es la consumación de piezas desajustadas que lograron el desajuste perfecto para el boicot. Puedo sentir la maraña que he provocado, y tanto le he movido el piso, como me han dejado a mí sin nada de qué afianzarme. Pocas veces pasa esto en la vida, y pocos tienen la dicha de al menos vivirlo una vez.
Detesto cuando me dicen "Te pienso", cuando lo que realmente quieren decir es "Sos mi inspiración masturbatoria". 
Me da gracia que el tiempo que llevamos juntos ya se refleja en tu técnica del beso. Pero en el que es más caricia que provocación. Como un pecesito besando el vidrio de la pecera, solo que ahora yo soy el reflejo y vos, mi dador.
Mi caricia lo puede hacer olvidar que está aquí, que es un ser mortal.
Sé que lo tengo prohibido. Pero no frené mis impulsos y le pedí a un cuerpo que no me pertenece ni su mirada. En sus brazos recibí la caricia más dulce que he sentido; la piel más suave que ha recorrido mi cuerpo. No es algo nuevo para mí pero ha pasado tanto tiempo desde la última vez, que parece una primicia.
