A tiempo
Asombrosamente en todas las aceras por las que pasó habían parejas de hombres hablando entre sí con los brazos cruzados y la cara seria. Ninguno de ellos divisó a la muchachita que caminando con pasos largos intentaba calmar a su alma que quería salir corriendo.
Dos veces salió a caminar y las dos veces que regresó a su casa, al cerrar la puerta empezaba a llover. Ese detalle llamó su atención.
Dos veces salió a caminar y las dos veces que regresó a su casa, al cerrar la puerta empezaba a llover. Ese detalle llamó su atención.
Mientras oía la lluvia estrellarse en el techo, pensó con una sonrisa tímida en sus labios: "Nunca llegó a tiempo para llorarme encima".