13 noviembre, 2007

Poderoso caballero

Maldito dinero, maldito dinero que por vos se han hecho muchas guerras. Has separado la alianza entre muchas personas y otros más han caído en la más cruel desesperación. Maldito dinero; ladrón de sonrisas, de sueños y proyectos. Hasta la santidad ha matado para recibirte, para intercambiarte y usarte, porque sirves para eso nada más. No sos para venerarte, existes para pasar de una mano a otra.

Sin mover mi pie

Para qué tanto esfuerzo por unos meses más. Nada se puede hacer con tu poca voluntad para quedarte aquí. Hago y deshago y puedo deshacer más y no por ello voy a recibir más tiempo ni más ilusiones. Así que vete de una vez. Vete el tiempo suficiente para que tu cara se me confunda con otros, para que quede un recuerdo borroso de vos. Para darle espacio a una persona que no tenga límite de tiempo, y para poder empezar de nuevo sin tener que pensar constantemente en que habrá un final forzado, a costa de lo que hayamos construido.
Vete y dejame libre sin más, que he de preguntarme de nuevo si dejé una huella definida en tu arena o si más bien esperé más de la cuenta y me hundí.

Boca cerrada

Tapá tu boca, tapala ya que hacés mucho daño.
Cubrila con algo, muerde algo. Un pañuelo, una manzana.
Tragate tus palabras y no hagás ningún sonido que haga sentir remordimiento en quien te oiga.
No te luce bien esa cara de arrepentimiento, necesitás hacer mucho más que eso para sacar las dagas filosas que lanzás con precisión.