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A Thanatos

Ayer estuve en la segunda vela de mi vida. Por alguna extraña razón, no quería abandonar el velorio. Sentía una fuerza que me instaba a permanecer en la funeraria con la familia, y sobre todo, con el difunto.

¡Qué triste fueron los últimos días de M.! Me ahogo pensando en la angustia que pudo haber sentido cada vez que su prometida se acercaba a la camilla del hospital a hablarle y él, sedado hasta el último músculo, lloraba porque no podía ni siquiera responderle: "...también te amo".

Muchas personas mueren en la habitación de un hospital... Es como una sala de espera donde uno aguarda hasta que le llegue el turno, sólo que esta vez es para pasar a la siguiente fase de la muerte.

¿Realmente existe un más allá? Me gusta pensar que sí tenemos un estado conciente después de la muerte. Y me rehuso a aceptar que uno muere y desaparece por los siglos de los siglos para no volver a existir nunca más.

Es por eso que digo ¡no a la inexistencia eterna!