24 noviembre, 2006

Tan efímero como...

Con el viento a mi favor, recibí el humo que se escapó del beso más íntimo y necesitado a su cigarro. El humo rebota en mi cuerpo. El tejido de mi ropa lo absorbe. Mi mirada se nubla y su imagen ante mí, es un espectro blanco.
Con el viento a mi favor, recibo una caricia efímera... Quiero un beso suyo, porque lo único que he recibido es el humo que se escapa de su boca.

16 noviembre, 2006

Demanda

Llórame un río.
Muere por mí.
Suspira mi paso.
Respira mi nombre
.
Abraza mi recuerdo
.
Razga mi mirada
.
Sueña mi gesto
.
Siente mi aliento.
Sopla mi pelo.
Toca mi sombra
.
Baila mi mente
.
Jódete el sueño.
Gástate la vida.
Vive sin lógica.

11 noviembre, 2006

... y tal vez, yo también

Quiero matar a alguien. Todas las noches lo pienso. Es mi reflexión antes de acostarme. No lo he hecho aún porque automáticamente y de golpe, pienso que quitándole la vida a alguien no me suma más años en esta Tierra. Pero igual, ese no es el propósito. Llevo meses haciendo el perfil. No quiero desconectarle los impulsos eléctricos a cualquiera, se tiene que ganar el lugar.
Creo que tengo al prospecto. ¿Habrá alguien tan detestable en este mundo igual como esa persona? Sí, su hijo...



10 noviembre, 2006

Origen

Una mariposa revoloteaba. Se posó en los pétalos de una flor nueva y fresca, y con sus patas la acariciaba. Mientras chupaba su miel, sentía una energía que la jalaba hacia la flor...

Fue inevitable. La flor se enamoró de ella. Le dio su néctar y luego sin pensarlo, la succionó lentamente hacia su centro.

No puso resistencia y se guió por su deseo. Los estambres rodeaban sus alas cerradas. Se sintió en una voluta. La mariposa recordó el abrazo de la pupa y quiso volver a sentirse protegida en un capullo.


Un escondite que detenga la metamorfosis,
que le dé calidez,
que contenga su pigmento,
que duerma sus temores,
que materialice sus deseos.

05 noviembre, 2006

Abulia

El reloj empezó a correr despacio. Buscando la serenidad, sincronicé mi corazón con el tiempo. Viví por unos días en una posición no acostumbrada. La mera espera me resultó estática, aburrida. Sin más ni menos.
Me fui a la estación del tren. No llevaba a la esperanza conmigo. Estaba segura que esta vez el amor no le iba a dar las agallas suficientes. Tantos trenes pasaron, pero no fui con la intención de subir a uno.
Mi dolor no fue porque no me llevó consigo a ningún lado. Mi dolor fue porque no apareció ni siquiera para decir adiós.