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Sin palabas

Ese encuentro no pudo ser mejor... No hubo ni una sola palabra. Mantuvimos la sobriedad con total ausencia de contacto físico. En parte, por mi miedo de volver a sentir de cerca el calor de su piel. Esa textura a la que me acostumbré tanto.
Creo que no podría pasar a su lado y evitar fundirme en sus brazos, y devolverme en el tiempo donde eso era permitido. Vi en la distancia al hombre que en algún momento quise y que así como rápido vino, rápido se fue. Ahora no puedo decir con certeza si dejé huella en su vida. Si habré querido en vano. Si a pesar de todo, se dio cuenta que era de verdad.
Confieso que volvería por los buenos momentos. ¿Quién no? Pero las relaciones se gastan y por alargar su fin, uno se desgasta más. Es triste cuando se descubren las grandes diferencias que separan y que no se complementan.
No pienso en mi media naranja. Pienso en cuando uno escoge pasar el resto de su vida con una persona. No conozco ese sentimiento en su total magnitud, pero lo he vivido. Y a pesar de que dura unos días, es maravilloso. Uno se siente grande, completo, indestructible. Imperecedero.